El segundo día en el campus llovió e hizo frío. No nos importó. Nos sentamos en el banco de la farternidad para descansar mientras veíamos el campo de golf que nos quedaba por recorrer para llegar a casa. Cuando salieron los últimos rallos de sol que veríamos en aquella ciudad, nos miramos. Era hora de volver a casa.
Princeton
No hay comentarios:
Publicar un comentario